¿Qué llevó a Piedad a matar a sus cuatro hermanos?

En el capítulo 11 de Las claves de El Caso, analizamos qué pudo llevar a una niña de 12 años, Piedad, a matar a sus cuatro hermanos pequeños.

Ocurrió en 1965, en Murcia, en el seno de una familia humilde, en una época en la que prácticamente no existía el control de natalidad y sí las familias numerosas, como la formada por Andrés Martínez del Águila y Antonia Pérez. Tenían diez niños y niñas, y otro bebé en camino.

pie1

Piedad era la tercera. Los dos mayores trabajaban y del resto se encargaba ella cada día, mientras sus padres cumplían con sus respectivas jornadas laborales.

Nos situamos en una España donde todavía brilla la miseria, la pobreza, y en la que mantener un núcleo familiar de estas características, no resultaba tarea fácil.

De Piedad, con sólo 12 años,  se esperaba demasiado. Sobre su espalda recaía un peso para nada acorde a alguien de su edad: el hogar, la limpieza, la alimentación de un montón de niños en un momento marcado por la escasez

La menor nada sabía ya de la escuela, la educación había desaparecido para ella. También el juego. Su día a día era ese, el de la supervivencia y el de la responsabilidad de llevar una casa entera. Maduró de forma precoz y la desesperación le sorprendió sin que nadie sospechase.

Como  solución, decidió envenenar poco a poco a todos los seres que estaban bajo su cuidado, y como condena, un psiquiátrico primero y un convento en segunda instancia. ¿Asesinato o desesperación?

 

 

Feminización de la pobreza y explotación sexual

La prostitución siempre ha existido, entendiéndola como el oficio más antiguo del mundo, o como la forma de explotación más duradera en el tiempo. Cada uno que haga su lectura.

Existe, también, la prostitución libre, pero la mayor parte de mujeres que optan por ejercerla, el 80%, lo hacen en contra de su voluntad. Y este es un hecho: la prostitución es el principal objetivo de la trata.

A la prostitución no se llega porque sí, se llega por la falta de oportunidades y por la pobreza, que siempre se inclina hacia la parte femenina de la balanza.

En el otro lado de la báscula se sitúan las poderosas mafias, permanentemente al acecho de la vulnerabilidad, de la desesperación, de la ausencia de alternativas, mafias que convierten a este negocio en uno de los más rentables del mundo, junto al tráfico de armas o de drogas (según Naciones Unidas), y que mueve unos 32 mil millones de dólares en todo el planeta.

La trata de seres humanos con fines de explotación sexual es una de las violaciones más graves de los derechos humanos y una de las formas más crueles de violencia contra la mujer. Detrás de ella se esconde la desigualdad, la imposibilidad de las mujeres de acceder a los recursos en los mismos términos que el resto de la población, la falta de educación, el desempleo, en definitiva: la feminización de la pobreza.

Para huir de la explotación, son muchas las organizaciones que trabajan en nuestro país y que garantizan a las supervivientes la protección necesaria.

El primer paso: llamar al teléfono 900 10 50 90 (funciona las 24 horas), gratuito y confidencial o informarse en la web: Policia.es/trata.

Aquí os dejo mi intervención en Las claves de El Caso, el previo de la serie de TVE que ha recreado este tema en uno de sus capítulos: El mercado del nácar.

Contra la trata

‘Las claves’ de ‘El Caso’ y del lenguaje

El-caso-2

Faltan recursos, periodistas especializados, formación, programas específicos… La violencia machista sigue matando a muchas mujeres en todo el mundo, también a sus hijos e hijas. Y lo más grave, las víctimas del maltrato son cada vez más jóvenes, adolescentes que ni siquiera identifican el control, la sumisión y la agresión que sufren por parte de sus parejas.

Por lo tanto, los medios de comunicación siguen teniendo una clara responsabilidad: concienciar a la sociedad sobre la gravedad de esta lacra, sobre la necesidad de denunciar, prevenir, educar, y hacer hincapié en las vías disponibles para salir de esa terrible espiral y comenzar de nuevo.

Pero no todo vale. Ni el morbo ni las imágenes explícitas con charcos de sangre aportan luz. Tampoco las opiniones de vecinos, ni los testimonios de víctimas abatidas, todavía iniciando su recuperación. Y por supuesto, el tratamiento del lenguaje resulta clave. La violencia machista no es un suceso, ni un crimen pasional o riña matrimonial, términos utilizados por medios como El Caso en los años 60 ó 70, y que, aunque parecen lejanos, todavía aparecen de vez en cuando.

Aquí os dejo mis intervenciones en un espacio de contextualización que se emite cada martes en La 1 de TVE, previo a la serie de ficción que cada semana recrea las páginas de El Caso:

Capítulo 1     Capítulo 3   Capítulo 5